viernes, 20 de marzo de 2020

El SALTO DE MALACATIUPAN 
Cascadas termales con propiedades medicinales, un cangrejo de oro y una historia de amor que terminó en desgracia, son los atractivos turísticos que ofrece la “ciudad de los manantiales” en el occidente del país.Tres cascadas de aguas termales que caen desde más de 12 metros de alto y una poza de color turquesa, esperan a los intrépidos que buscan de aventuras en Atiquizaya, Ahuachapán.
El Salto de Malacatiupan está a 25 minutos del pintoresco pueblo y su máximo atractivo son las tres corrientes de agua, situadas entre formaciones naturales de rocas y abundante vegetación. En Malacatiupan, que significa templo redondo en la lengua Náhuatl, se cree que era un sitio donde los Pocomames hacían rituales. 

Una de las peculiaridades del Salto es que la segunda y tercera cascada están divididas por una roca, cuya apariencia se asemeja al rostro de un mono. “Muchas personas dicen que se debería de llamar el salto del mono por la cara que se ve entre las dos cascadas”, dijo Lissethe Arévalo, coordinadora de la Unidad de turismo de Atiquizaya. La singular belleza está acompañada de leyendas que se han transmitido durante años de generación en generación. El mito más famoso y representativo es “El cuto partideño”, una “historia de amor y tragedia”. Según la tradición oral, hace años existió un joven llamado Juan, él se enamoró de una bella mujer conocida como María. Cada día, ella viajaba desde su casa hasta el Salto para dejarle almuerzo a su padre, Juan esperaba con ansias aquella hora para poder verla.

“Ella era bella y los terratenientes la deseaban, un día uno de ellos pidió a María como regalo de cumpleaños, él quería su virginidad. Entonces la mandó a raptar, la violó y la mató”, narra Arévalo. Según la historia, cuando Juan se dio cuenta de la muerte de María dio filo a todos sus corvos y empezó a pelear con los terratenientes. También robó todas sus pertenencias y las repartió entre las familias más pobres. No obstante, algunas de las joyas, adornos y dinero que le sobraron fueron escondidas en una cueva que está cubierta con la corriente de la tercera cascada de Malacatiupan. Se dice que hasta la fecha nadie ha podido encontrar el tesoro y que sigue escondido esperando a una persona valiente para ser recuperado.







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